
Ester de Nicolás
Es interesante volver la vista atrás para condensar en unas líneas lo que supuso mi paso por el Colegio Casa Azul. En su patio forjé mis primeras amistades, suspiré por mis primeros amores y descubrí quién era – quién soy aún. En sus clases desarrollé mi curiosidad y creatividad y aprendí el valor del esfuerzo y la colaboración. Son esos aprendizajes, ahora que recapacito al respecto casi 25 años después de aquella época, los que más valiosos me han resultado a lo largo de mi vida.
He adquirido muchísima más formación académica tras mi paso por la Casa Azul, y en mis años de trayectoria profesional a nivel internacional he adquirido habilidades muy útiles. He tenido la inmensa suerte, el inmenso privilegio, de poder trabajar al lado de algunas de las mentes más brillantes del mundo. Pero, a pesar de que todas las líneas de mi currículo hacen referencia a esas experiencias, ninguna de ellas habría sido posible sin la insaciable curiosidad por aprender que mis profesores cultivaron en el Colegio. O sin la empatía y la lealtad de la que disfruté por parte de mis compañeros y que me hicieron confiar a lo largo de mi vida en las personas a mi alrededor.
Son esos cimientos los que realmente marcan nuestras trayectorias vitales. Cuando tenía 9 años para mí entrar cada día por la puerta del colegio era lo normal, y tenía mil pequeñas cosas de las que quejarme. Hoy, me doy cuenta del inmenso privilegio que supuso estudiar en un centro en el que me ayudaron a desarrollar, tanto profesores como compañeros, las bases que me han permitido volar a donde me ha llevado mi curiosidad y ser feliz. No podría estar más agradecida.
Colegio Casa Azul
2020-03-04T13:21:55+00:00

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